martes, 6 de abril de 2010

REPENSAR A VARGAS (II)

En anterior artículo esbozábamos algunas ideas para sustentar la tesis, según la cual, nuestro Estado debió haberse llamado Guaira antes que Vargas. También decíamos que no era por desmerecer los enormes méritos que tuvo el insigne médico, sino más bien por reivindicar nuestro gentilicio, el cual está más cercano a lo “guaireño” que a lo “varguense”.
Por supuesto que las ideas que allí hilvanamos no estaban dirigidas a agredir los sentimientos de quienes mantienen la inmutabilidad como dogma y se aferran a sus posiciones conservadoras queriendo, incluso, envolver el planteamiento en el lodazal de la politiquería. Sólo intentamos abrir un debate sobre la ingratitud manifiesta con respecto a otro conjunto de personas que tuvieron también los méritos suficientes para ser reivindicadas, más allá del espectro político – militar y desarrollaron una fructífera labor en otros campos como la cultura, las artes, la educación, etc.
La Guaira desde siempre ha sido el eje fundamental sobre la cual gira la mayoría de las actividades que le dan vida a este Estado, por ello es su capital. Desde sus inicios se convirtió en centro de atención por la existencia aquí del principal puerto y por haber sido escenario de los hechos más significativos de esta región. Al principio tuvo su importancia por su condición de puerta de entrada a Caracas, donde residían las autoridades e instituciones coloniales.
Hoy día es común que la gente que viene a este Estado diga que va a La Guaira, aunque se dirija a otra Parroquia. La mayoría de los visitantes de nuestras playas asumen que viajan a La Guaira, aunque vayan a Caraballeda, Catia la Mar o Macuto. Cuando nos encontramos fuera del Estado decimos que somos de La Guaira. Es decir se identifica a esta región más como La Guaira que como Vargas y, más allá de eso, el himno del Estado está hecho más en honor a La Guaira que a Vargas, lo cual se manifiesta en las primeras líneas de su coro que dice: “cuatro siglos de vida en la historia” y, más adelante, “le dio nombre don Diego de Osorio”, lo cual evidencia que se refiere a La Guaira y no a Vargas.
Es importante abrir un gran debate sobre los elementos fundamentales que nos identifican como habitantes de este hermoso litoral. Es una tarea de todos redefinirnos y elevar nuestra memoria histórica, para de una vez por todas cortar ese cordón que aún nos ata a la metrópolis, de la cual fuimos un apéndice hasta hace poco, para de esa manera dejar de vernos como su patio trasero.

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