martes, 6 de abril de 2010

CARUAO

Caruao es, para bien o para mal, la región donde el conquistador español puso pie por primera vez a mediados del siglo XVI cuando Francisco Fajardo, utilizando la relación consanguínea que mantenía con algunos importantes Caciques, desembarcó por Chuspa en abril de 1555, comenzando así el proceso de invasión e imposición colonial de lo que hoy conocemos como el Estado y Municipio Vargas.
Esta tierra es cuna de importantes guerreros como Guaimacuare y Paisana o también llamado Caruao, quienes tenían una gran autoridad en esta parte del Litoral Central. Fue pues por aquí cerca, por Chuspa, por donde entro por primera vez el invasor español, comenzando de esa manera un proceso donde los indefensos pobladores aborígenes se enfrentaron por vez primeras a la arremetida de un imperio que venía a usurpar sus tierras y a esclavizar a hombres, mujeres y niños.
Era el imperio español, con sus ansias de expansión y su avidez por el oro. Era el monstruo imperial que venía a someter a las poblaciones aborígenes que habitaba aquí desde tiempos inmemoriales. Pero también fue el imperio que encontró acá a una casta de guerreros dispuestos a luchar por una tierra que les pertenecía por herencia de vida.
Esta hermosa parroquia y los pueblos que la conforman, fue cuna de grandes haciendas y una numerosa mano de obra esclavizada, lo que se agrega a su legado cultural, impregnado de sabor africano y de la soberbia indígena que no se dejo subyugar ni en los peores momentos de la violenta imposición.
Con una extensión territorial de aproximadamente 52 kilómetros de largo y atravesada por la cordillera de la costa, Caruao se convirtió por sus condiciones atmosféricas en una región propicia para el cultivo del cacao, con respecto a lo cual se desarrolló aquí una intensa actividad durante la época de la colonia y hasta bien entrado el siglo XIX.
Con la llegada de la Compañía Guipuzcoana aparecen los apellidos vascos que hoy aún existen entre la población de la costa. Bolívar, Izaguirre, Echenique, Echarri, Gómez, Guevara, Iriarte, Ponte, Rada; son los apellidos de quienes fundaron haciendas por estas tierras y que hoy todavía se conservan entre los descendientes de los esclavizados que aquí dejaron su sudor y su vida.
La actual población esta conformada por descendientes de los esclavizados que trabajaban la tierra y que fueron traídos desde su África natal para llevar sobre sus hombros la producción cacaotera, que generó grandes fortunas y encumbró a importantes familias que conformaron el mantuanaje caraqueño.
Es así como esta región ha tenido en la actividad agrícola su principal potencial económico, facilitado por la fertilidad de su suelo y la generosidad de su clima, que hace propicio el cultivo. También la pesca se suma a la potencialidad económica de esta costa, que ha sido desarrollada desde antaño por quienes han hecho de esta actividad un modo de vida.
Con el tiempo la población de esta parroquia fue buscando mejores horizontes, en tiempos donde la actividad agrícola había dado paso a la arrolladora fuerza de los hidrocarburos derivados del oro negro. Es así como hacia la década de los años sesenta del siglo pasado comienza una importante migración hacia La Guaira, que se fue ubicando en las partes altas de esta ciudad. Hoy en día, la población de las distintas barriadas de la capital del Estado está integrada, en su mayoría, por personas oriundas de los pueblos de la costa o sus descendientes.
Caruao, ubicada al este del Estado y Municipio Vargas, es una de las parroquias con mayor riqueza cultural, la cual se entremezcla con su vecino Barlovento para conformar un cuadro donde el indígena, el blanco y el afrodescendiente se unen en una simbiosis rica de valores heredados y fortalecidos al paso de los siglos.
Cuatro, tamborita y maracas se unen en el mes de las flores para ofrendar a la cruz de mayo. Devoción de quien paga promesa por favores recibidos y que une su corazón a las décimas y versos a la cruz, acompañado del traguito de ron y un poco de vela para afinar la garganta.
San Juan sale de parranda cada 24 de junio y junto a él, la alegría de todo un pueblo que baila y canta al ritmo de tambor y laure. Pipas, cumacos, palos y guaruras retumban y enardecen el tongoneo de caderas de quienes bailan entrando y saliendo de la rueda, como evocando las antiguas festividades africanas que vinieron aquí en forma de esclavitud y se incrustaron en los huesos del pueblo para no salir jamás.
Pero no hay Juan sin Benito, por eso se encuentran en Osma todos los años en medio de la alegría del pueblo que sale a la calle a festejar una tradición que ya es parte de nuestro calendario cultural.
Pueblo parrandero este. Cada uno celebra a su santo patrón, en medio de sentimientos donde lo sagrado y lo profano juegan idénticos papeles en el espectro mágico-religioso en el cual se mueven las devociones de los hombres y mujeres que aquí habitan. Misa y fiesta son los comunes denominadores en tiempos en que la liturgia termina para dar paso a las grandes orquestas para divertir a propios y extraños.
Pero Caruao a parte de esa inmensa riqueza cultural también tiene un enorme potencial turístico. Hermosas playas, innumerables ríos y verdes montañas se manifiestan como focos de atracción para tan importante actividad recreacional, dirigida a la explotación de esta reserva natural.
Quizá aún se crea que Caruao es sólo playas, pero si hay que fijarse bien, sería interesante mirar al sur y observar el inmenso potencial para el desarrollo del turismo de montaña. Altas cumbres que terminan en el Pico de Chuspa con sus 1.090 metros, cascadas, el Pozo del Cura, aguas termales, formaciones rocosas y los ríos de Osma, Todasana, La Sabana, Caruao y Chuspa son elementos que se pueden explotar de manera racional con fines turísticos y que sería un verdadero empuje económico para la región.

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