martes, 6 de abril de 2010

JOSÉ MARÍA A DOS VOCES

Todos los 13 de julio de cada año, este Estado y Municipio recuerda dos acontecimientos que, aunque trágicos, son de suma importancia para nuestra memoria histórica. Uno ellos ocurrió aquí mismo, en este puerto el año de 1797, cuando una indiscreción dio al traste con uno de los proyectos revolucionarios más importantes de la historia política venezolana.
Era el caso que, un grupo de personas pertenecientes a sectores económicos importantes y algunos criollos que ejercían funciones menores en cuanto al gobierno español en estas tierras, habían construido un movimiento de clara tendencia independentista y, además, habían logrado nuclear a un importante número de esclavizados.
Hace 209 años rodaron las cabezas de quienes querían para este pueblo un mejor futuro, y rodaron empujadas por las manos de los que, trece años después, en 1810, iniciaron el proceso que lograría coronar la independencia absoluta de Venezuela. Ilustres “héroes de la independencia” aparecen señalados por el dedo de la historia como inquisidores de los revolucionarios guaireños.
Hoy a 209 años de haberse abortado el primer intento de independencia de toda la América hispánica, las cenizas de su principal constructor aun no han sido veneradas, pero como el mismo dijo, algún día será.
El otro acontecimiento que hoy recordamos, también trágico, ocurrió, muy lejos de aquí. En la ciudad norteamericana de Nueva York el 13 de Julio, día lluvioso de 1854, moría el sabio Don José María Vargas, nuestro epónimo.
Vargas formó parte de una élite de intelectuales que hizo grandes aportes, en su caso, según la historiografía venezolana, en el campo de la ciencia médica. Pero la historia que le han construido a este personaje ha desdeñado su participación en sectores distintos de aquella convulsionada Venezuela que le tocó vivir.
También han desdeñado quienes se han dedicado a historiar a Vargas su condición de individuo que, como parte de una sociedad altamente conservadora, siempre tendió al sostenimiento de los elementos que soportaban las bases del dominio criollo.
Uno de esos elementos fue la esclavitud, sistema abolido de derecho unos meses antes de su muerte, en marzo 1854. La participación del médico guaireño como diputado al Congreso Constituyente de 1830, en el cual se profundizó el sistema esclavista en Venezuela al prolongar el tiempo de posesión de los amos sobre los esclavizados, fue de abierta inclinación hacia su mantenimiento.
Ambos pertenecientes a distintos tiempos históricos. Uno luchando contra un sistema al cual le eran evidentes sus fisuras, pero dotado de una estructura sociopolítica que tenía casi trescientos años de maduración; otro, conviviendo dentro de un sistema que aún no había superado las limitaciones que se le habían impuesto el haber sido hijo legítimo del orden español y que estaba conducido por individuos que no solamente mantuvieron el sentido de desigualdad entre los seres humanos sino que, en algunos casos lo profundizaron.
España y Vargas son ejemplos de una verdad que muchos hoy quieren despreciar: y es que en la historia se encuentra la clave para entender la manera cómo se ha venido desarrollando la pugna entre dos visiones antagónicas de la sociedad y quienes han sido sus actores. Nuestro presente es la resultante de nuestro pasado y sólo si entendemos sus códigos podremos construir un futuro de justicia social.

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